Quizás uno de los mejores ejemplos de lo que debe ser una policía municipal, lo está dando la de Terrassa, ciudad de más de 220 mil habitantes situada a 17 Km de Barcelona, en España, que no solamente cumple constantemente con las labores inherentes al oficio, sino que se une a los ciudadanos con por ejemplo su aporte solidario impagable en la campaña a favor de los niños con cáncer.
En esta ocasión, cuando todos nos vemos obligados a permanecer confinados en nuestras viviendas en un intento por doblegar al coronavirus en su versión Covid-19, estos hombres y mujeres, arriesgando su salud, como muchas otras personas, entre sanitarios, personal de farmacias, supermercados y tiendas de alimentación, del aseo urbano, vigilantes por citar algunos, no solamente cumplen con sus deberes habituales, sino también con los de sancionar con multas que van más allá de los 600 euros, a los incívicos e irresponsables que rompen el estado de alarma.
Pero aun más allá de lo anterior, como si su trabajo estresante, multiplicado ahora muchas veces, no fuera suficiente, se dedican además a intentar llevar algo de alegría a la población y al mismo tiempo que recuerdan que estamos en estado de alarma y confinamiento debido a la grave situación sanitaria, organizan concursos entre los vecinos asomados a sus balcones y entregan premios para esparcimiento de todos pero especialmente de los niños que aún no comprenden bien del todo porqué están “en arresto domiciliario”.
Para los que vivimos en esta localidad, la policía local es nuestro orgullo.
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